Unos minutos después, todo estaba aclarado.
- ¿Pero cómo coño se te ocurre?
La verdad es que Gutiérrez seguía sin dar crédito a lo que le acababa de contar el calvo. Menudo cabrón estaba hecho.
Tras las amenazas iniciales, el calvo había llevado a Gutiérrez y a Hortensio a su centro de operaciones. Un ordenador portátil, unos auriculares, una conexión a la red, y poco más.
- He entrado en el sistema de la Seguridad Nacional y he introducido informaciones falsas sobre una supuesta bomba nuclear que se encontraría aquí mismo. Como en "Juegos de Guerra". Mola, ¿verdad?
- No mola nada, capullo.
- Voy a crear una App, fácilmente descargable, para que cualquiera que quiera pueda enviar una amenaza virtual a cualquier sistema de seguridad del mundo. Esto va a ser la bomba.
Gutiérrez, más allá de la referencia cinematográfica, y más allá del juego de palabras del calvo con eso de la bomba, de lo que de verdad tenía ganas era de volver a casa y echarse un buen trago de vodka entre pecho y espalda. No uno virtual. Uno de verdad.
- Anda, Hortensio, detén a este tío y vámonos ya de aquí.
- ¿Va a venir la prensa? Me voy a forrar publicitando mi App.
- Cállate, imbécil.
Lo único bueno, pensaba Gutiérrez mientras salían, es que los de la Central de Inteligencia iban a hacer un ridículo espantoso cuando esto se supiera. Solo de pensarlo, Gutiérrez sonreía. Hasta le estaba empezando a apetecer que, como pedía el calvo, fuera llegando la prensa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario