domingo, 7 de mayo de 2017

55.- Vuelta al despacho

- A ver, Mel, ¿qué tienes?

     Mel disfrutaba el momento. Su momento. Todos esperando su explicación, todas las miradas puestas en él. Hubiera deseado que aquel momento se hubiera prolongado por una eternidad...

- ¡Venga, coño, niñato, que no tenemos todo el día!

     Asumiendo que con Gutiérrez no había tiempo para florituras, Mel hizo partícipes a sus compañeros de lo que había sacado en claro.

- Mirad, escuchad esto.

     Y todos volvieron a escuchar al capullo de Morales, tic, tac, y toda esa mierda que salía de su boca mientras trataba de sacar a Gutiérrez de sus casillas.

- ¿Os habéis fijado?
- ¿Qué?
- ¿No lo habéis notado?
- ¡Qué, coño, habla de una vez!
- ¿Qué se oye al fondo?

     Silencio.

- ¡Un autobús! Morales llamó desde una cabina junto a la cual pasaban autobuses.

     Nuevo silencio, que rompió Gutiérrez.

- O sea, que nos haces venir para decirnos que Morales llamó junto a un autobús, uno de los centenares de autobuses que pasan constantemente y a diario por el millar de calles que podemos tener en la ciudad. Estupendo. Desde luego, no se puede ser más tonto...

     Y ya se levantaban todos, al unísono y como movidos por un resorte, cuando Mel les llamó de nuevo la atención.

- Eso no es todo.

     Nuevas miradas atentas, algo más escépticas y menos ilusionadas que la vez anterior.

- Como digas otra tontería, te juro que...
- Pájaros.
- Repite eso, si te atreves.
- Se oyen pájaros, al fondo. Chicos, sólo tenéis que buscar cabinas telefónicas que se encuentren junto a paradas de autobús y cerca de parques o jardines. ¿Cómo lo veis?

     Cuando todos salieron, a Mel no le importaba mucho que no le hubieran dado las gracias. Viendo sus caras, casi agradecía no haberse llevado una hostia. Ganas, por lo que dedujo, no les faltaban...