Se reclinó ante el escritorio de su despacho, se encendió un cigarrillo y observó el infinito. Alguien llamó educadamente a la puerta. "Comisario", le dijeron, "alguien quiere verle". "Seguro que no es para nada bueno", pensó él, "nadie me llama para nada bueno". Sin embargo, de sus labios solo brotaron las palabras "¡que pase!". Y no era ninguna rubia despampanante, por supuesto. Eran problemas. Más problemas. "¡Mierda!", pensó. Y aspiró otra calada.
jueves, 30 de junio de 2022
77.- Ataúlfo
miércoles, 22 de junio de 2022
76.- ¿Y el otro chico de la limpieza?
Gutiérrez empezó a sentir esa náusea que le subía por el estómago cada vez que se arrepentía de la profesión que había elegido, lo cual sucedía bastante a menudo. Amadeo se secó las lágrimas y suspiró.
De repente, pareció como si el encargado de la limpieza hubiera tenido una iluminación:
-
Comisario…
-
¿Sí? -contestó Gutiérrez, de mal humor y aspirando un cigarrillo.
-
¿Le ha preguntado al limpiador de la noche anterior?
Gutiérrez
miró a Amadeo, buscó un cenicero, no lo encontró a mano, tiró la colilla al
suelo y la aplastó con la suela de su zapato. Ya la recogería el de la
limpieza.
-
¿Qué limpiador, Amadeo? ¿Ahora me vienes con estas? No me jodas…
El
encargado, más acojonado que tímido, expuso con dificultad.
-
Alguien había estado la noche anterior. Alguien había estado limpiando. De
hecho, se había dejado los materiales tirados de cualquier manera en mitad de
la sala. Una escoba, una fregona con un cubo lleno de agua sucia, una mopa…
Gutiérrez
no daba crédito.
-
¿Una mopa? Una mopa voy a coger yo para darte por la cara, Amadeo… Desde luego…
-
No había caído, comisario. Lo recogí todo y me puse a lo mío…
Gutiérrez
ni contestó. Se dio la vuelta y al primero que encontró en su camino le soltó a
gritos:
-
¡Buscadme, in-me-dia-ta-men-te, al encargado de la limpieza que cerró anoche el
museo!