miércoles, 22 de junio de 2022

76.- ¿Y el otro chico de la limpieza?

              Gutiérrez empezó a sentir esa náusea que le subía por el estómago cada vez que se arrepentía de la profesión que había elegido, lo cual sucedía bastante a menudo. Amadeo se secó las lágrimas y suspiró.

    De repente, pareció como si el encargado de la limpieza hubiera tenido una iluminación:

              - Comisario…

              - ¿Sí? -contestó Gutiérrez, de mal humor y aspirando un cigarrillo.

              - ¿Le ha preguntado al limpiador de la noche anterior?

              Gutiérrez miró a Amadeo, buscó un cenicero, no lo encontró a mano, tiró la colilla al suelo y la aplastó con la suela de su zapato. Ya la recogería el de la limpieza.

              - ¿Qué limpiador, Amadeo? ¿Ahora me vienes con estas? No me jodas…

              El encargado, más acojonado que tímido, expuso con dificultad.

              - Alguien había estado la noche anterior. Alguien había estado limpiando. De hecho, se había dejado los materiales tirados de cualquier manera en mitad de la sala. Una escoba, una fregona con un cubo lleno de agua sucia, una mopa…

              Gutiérrez no daba crédito.

              - ¿Una mopa? Una mopa voy a coger yo para darte por la cara, Amadeo… Desde luego…

              - No había caído, comisario. Lo recogí todo y me puse a lo mío…

              Gutiérrez ni contestó. Se dio la vuelta y al primero que encontró en su camino le soltó a gritos:

              - ¡Buscadme, in-me-dia-ta-men-te, al encargado de la limpieza que cerró anoche el museo!

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