jueves, 13 de octubre de 2011

12. El duelo final

     Por fin había llegado el momento. Se encontraba cara a cara con el asesino. Un tiro certero le había dejado herido y tirado en el suelo, al tiempo que había liberado al rehén que este sostenía. Tantas prácticas de tiro en comisaría habían dado su fruto.

     Así que, después de tanto tiempo, tanta búsqueda y tanto asesinato, la hora final había llegado. Se acercó caminando con firmeza y seguridad. El asesino estaba consciente, herido en el hombro, con el arma en el suelo. Por un momento amenazó con recogerla, pero el agente de policía le apuntó y le miró con frialdad.

     "Sé lo que estás pensando, cerdo. Si disparé 6 balas o solo 5. Te aseguro que yo también he perdido la cuenta...".

     Pause.

     El comisario Gutiérrez se levantó corriendo del sofá. Lo malo de ver Harry el sucio y tomarse cuatro cervezas por el camino es que difícilmente llegas a la escena final sin tener que ir al baño. Joder. Eso no pasa con el vodka. La próxima vez se apunta a la petaca. Y esa escena no se puede ver con la vejiga a reventar. Hay que disfrutarla. Dicen estudios científicos que las ganas de orinar disminuyen la capacidad de atención. Qué listos los científicos. ¿Imaginas que a Harry el sucio le entren ganas de orinar en mitad de un tiroteo? No joder, esas cosas no pasan en las películas, esas cosas solo pasan en la vida real. La realidad supera, una vez más, a la ficción. Porque la ficción, ficción es, desde luego, pero qué bien te lo pasas con ella, maldita sea...

     El comisario volvió a su sofá, se sentó y pulsó el botón de play. Sí, definitivamente, la ficción era mejor. La realidad, en realidad, era una mierda. Mira la cara del asesino, con esa tirita en la nariz rota y esa mirada de desequilibrado. ¿Será su día de suerte?