viernes, 28 de mayo de 2021

73.- De Comisario a Comisario

        Cuando Gutiérrez llegó al Recinto Ferial de IFEMA, Hortensio ya estaba allí. "Cómo habrá llegado, el muy cabrón", pensó Gutiérrez cuando lo vio, más con admiración que con fastidio. "Si se supone que estaba de baja...".

    La verdad es que los dos formaban una pareja espectacular, con las secuelas, aún visibles, de la batalla mantenida con Morales.

    Acompañaba a Hortensio un tipo trajeado. Miró a Gutiérrez con un gesto extraño, como si se sorprendiera de que cada policía que acudía a investigar presentara heridas aún por cicatrizar.

    - Comisario, este es Germán Redondo, el Comisario.
    - ¿Cómo?
    - Es el Comisario de la Exposición, y máximo responsable.
    - ¡Ah, de acuerdo!

    Gutiérrez y Germán Redondo se saludaron.

    - Bien, señor Redondo... ¿qué es lo que ha pasado?
    - Ha desaparecido una de las obras más apreciadas, "Totalidad", del costarricense Ataúlfo Cisneros. Se trata de una de las críticas más feroces que el mundo del arte ha desarrollado en los últimos tiempos contra la alienación del ser humano en la sociedad moderna y la pérdida de la identidad existencial en un contexto en el que...
    - ¿Ataúlfo Cisneros es el creador?
    - Así es, Comisario.
    - ¿Es su nombre real?

    Germán Redondo miró a Gutiérrez mientras dibujaba en su rostro un gesto que a este no le gustó nada. "¿No será este uno de esos esnobs insoportables que uno se imagina pululando por el mundo del arte, verdad?", pensó. Por supuesto, no dijo nada, en un acto supremo de contención y mesura.

    - Así es -dijo el señor Redondo, respondiendo a la última pregunta formulada. - Cuando abrimos esta mañana ya no estaba.

    Gutiérrez asintió, pidió a Redondo que le disculpase unos minutos y, con la excusa de fumar un cigarrillo, salió con Hortensio al exterior.

    La sangre volvía a correrle por las venas. Gutiérrez estaba de vuelta...

miércoles, 19 de mayo de 2021

72.- La normalidad

    - Han robado una de las obras de arte expuestas en ARCO, en la Feria de Arte Contemporáneo.

    Gutiérrez resopló. El robo de obras de arte siempre implicaba una investigación incómoda. Demasiado interés mediático, piezas de demasiado valor. Lo bueno era que el mercado negro del arte es limitado. No todo el mundo tiene los medios para pagar esos precios, y menos para hacerlo por una obra que ha de mantener a escondidas, a sabiendas de que se trata de un objeto robado y de que su posesión es un delito.

    - ¿Cómo ha sido la cosa, Eulalia?

    - No tengo gran información. La denuncia ha llegado esta misma mañana. Me temo que, cuando han ido a abrir la exposición al público, una de las obras había desaparecido.

    - Supongo que habrá que presentarse en la Feria... avísales de mi llegada.

    - Comisario... ¿está seguro de que se encuentra en condiciones? ¿No es aún demasiado pronto?

    Gutiérrez silenció a Eulalia con una mirada abrasadora.

    - Mira, Eulalia... ¿cómo te explico esto?

    - No hace falta, Comisario. No he dicho nada -contestó rápidamente la secretaria, con un leve temblor en la voz. Si algo había aprendido trabajando con Gutiérrez era, en primer lugar, que siempre convenía no irritarlo; en segundo lugar, que el tío era cabezota como él solo, y que era inútil hacerle cambiar de idea.

    - Dile a Hortensio que acuda también. Nos encontraremos allí.

    - Pero...

    - Qué pasa ahora...

    - Hortensio está de baja, Comisario. Se supone, por cierto, que usted también.

    Gutiérrez respiró profundamente, como si se estuviera armando de paciencia, o como si estuviera a punto de estallar.

    - A ver, Eulalia... ¿estoy aquí?

    - Sí.

    - ¿Voy a ocuparme del caso?

    - Así es...

    - Entonces, ¿qué bajas ni qué hostias? Llama a Hortensio y dile que se plante en ARCO cagando leches, maldita sea...

    Eulalia se puso a ello. Gutiérrez le dio un par de caladas al cigarro y saboreó con placer la vuelta a la normalidad.

miércoles, 12 de mayo de 2021

71.- Volver a empezar

    Nadie le decía nada. Y que se atrevieran, vamos. Que se iban a enterar.

    A Gutiérrez le gustaba ver que todavía imponía respecto. Mira que había entrado en la comisaría con esas pintas de recién liberado de un campo de concentración, con la cara hecha un cristo y el cuerpo molido a palos... Eso sí, nadie se había atrevido a rechistarle.

    Lo veía en las caras, no obstante. Esas caras que denotaban sorpresa cuando se cruzaban con él ("Qué hace aquí Gutiérrez, si tendría que estar en cama"), sorpresa y reproche ("El médico le habrá dicho que no se mueva en dos semanas y aquí está, a la mañana siguiente, el cabezota"), sorpresa, reproche y, por qué no decirlo, un puntito de admiración ("Y viene dispuesto a retomar el trabajo, qué cojones tiene el tío").

    Lo había visto en la cara de Eulalia, que lo miraba con una compasión que casi daban ganas de decirle algo, Eulalia, joder, deja de mirarme así que te vas a echar a llorar, parece mentira que trabajes en una comisaría; en los compañeros, que le daban palmaditas en los lastimados hombros mientras le decían palabras de amigo, muy buena, machote, qué grande, Gutiérrez, para luego girarse y empezar a cuchichear, míralo, si está hecho jirones...

    En fin, que se metió en su oficina, se alegró al comprobar que aún quedaba algo de vodka en el cajón, y le dio un buen trago mientras se encendía un cigarrillo. Hogar, dulce hogar. No hay como regresar a Kansas, Totó. Aunque el mundo, desde el hogar, siguiera siendo un puto desastre. En eso, pensó Gutiérrez, le iba a tocar ser más como Odiseo que como Dorita, y empezar a cargarse rápido a los gilipollas que habían perturbado la paz que esperaba encontrar en su ansiada Ítaca.

    Gutiérrez descolgó el teléfono.

    - ¡Eulalia!

    - ¿Comisario? -dijo la voz de la secretaria al otro lado de la línea.

    - ¿Qué tenemos hoy?

    - Nada, Comisario.

    - ¿Nada? ¿Te crees que me chupo el dedo o qué? Deja de tratarme como a un bebé enfermo y dime ya qué tenemos.

    - Bueno, Comisario. En realidad...

    Eso es. Algo había pasado. Estaba claro. No hay día en que algún capullo no trate de quebrantar la ley y el orden. Gutiérrez ya empezaba a salivar...

miércoles, 5 de mayo de 2021

70.- Anticlímax hollywoodiense

    No tardaron en oírse las sirenas. Como es costumbre, inmediatamente después de que el asesino haya sido eliminado. Rápidamente entraron oficiales de policía que se dispusieron a registrar el edificio abandonado, aunque Gutiérrez ya sabía que aquello no iba a servir para nada. Las herramientas de Morales, las pruebas de su horror, estaban ante él. También estaba ante él el cadáver del asesino. Como debe ser.

    Llegaron también los equipos sanitarios. Cogieron a Gutiérrez, a Hortensio y a Streller y los sacaron fuera. Los sentaron en ambulancias, les dieron unas mantitas para que se protegieran del frío y les llevaron unos Starbucks bien calientes.

    Joder, hasta unas mantitas les dieron...

    Gutiérrez se habría reído en su cara. Unas mantitas, un café... vaya panda de moñas. Se diría que habían establecido los protocolos de seguridad viendo películas de acción. Gutiérrez se habría reído de ellos, sí, pero no lo hizo. En primer lugar, porque estaba agotado y dolorido, y en esas circunstancias, parece mentira, pero la mantita se agradece y el café reconforta; en segundo lugar, porque en esa situación se sentía un poco como John McClane al final de cualquiera de las junglas de cristal. Y eso molaba...

    Eso sí, el héroe no había sido él. Miró a Hortensio, magullado; a Streller, con un buen golpe en la cabeza; a Mel, que no cabía en sí de gozo. Menuda novela podría escribir ahora. Lo que podría haber hecho John McClane con un equipo como ese...

    Eso sí, como el protocolo le pusiera delante un psicólogo que empezara a hacerle preguntas, se iban a enterar. Por eso sí que no pasaba. Trastorno de estrés postraumático... los cojones. En cuanto pudiera se reincorporaba al curro. Vamos, habría que ver a John McClane dándole hostias verbales a algún psicólogo pusilánime...

    Solo de pensarlo, Gutiérrez se reía a carcajadas. Joder, qué bien sabía esa mierda de Starbucks...