lunes, 3 de julio de 2023

93.- Plenilunio al desnudo

     Habían regresado a la comisaría. La casa de Plenilunio había quedado sellada, y la escena del crimen iba a ser convenientemente analizada. Gutiérrez no daba un duro por que de allí saliera algo en claro.

    - A ver, Hortensio. Dime cosas de ese Plenilunio -pidió Gutiérrez mientras se encendía un cigarrillo, aspiraba una buena calada, se echaba atrás en el sillón y aguzaba el oído.
    - La familia. Una exmujer y un hijo.
    - ¿Algo que rascar por ahí?
    - Lo podemos intentar, pero, aparentemente, está difícil. La mujer vive en los Estados Unidos y de allí no ha regresado en, al menos, el último año. Con el hijo, por lo visto, se veía poco. No es que se odien, pero tampoco tenían una relación muy estrecha.
    - ¿Algo más?
    - Una legión de seguidores.

    Esto lo había dicho Mel, también presente. El escritor no dejaba lugar a dudas: él era uno de esos seguidores.

    - Muy activo en el contacto con sus lectores -continuó. - Y muy querido.
    - Quien es muy querido, es también muy odiado -certificó Gutiérrez. - Cosas del ser humano, a tenor de mi experiencia como ser vivo en este mundo.
    - ¿Se está poniendo filosófico, comisario? -preguntó Hortensio.
    - Que te jodan, mindundi -filosofó Gutiérrez.

    Acto seguido, se incorporó y comenzó a dar órdenes.

    - Mel, entérate de si alguno de sus seguidores estaba algo más loco o era algo más pesado de lo normal. Hortensio, pregunta por el vecindario, a ver si alguien vio algo. ¿Algo más?
    - Su agente literario. Ya ha pedido hablar con usted.
    - Uf, qué poco me gusta tratar con pedantes estirados. ¿Por qué detrás de cada asesinato siempre hay alguien queriendo hacerse el interesante?