sábado, 5 de noviembre de 2016

52.- Tic, tac

- Estimado comisario Gutiérrez...

     La voz de Morales era clara y diáfana como un día de primavera. Gutiérrez tragó saliva y se ató los machos. No era plan de parecer pusilánime, ni tan siquiera diplomático.

- ¿Qué quieres, gilipollas? ¿Qué es eso de "estimado comisario..."? Que no estás escribiendo una carta, coño...

     Unos segundos de silencio. Gutiérrez sonrió al pensar que Morales habría acusado el golpe,, que no esperaría una respuesta tan directa. Estaría recomponiéndose, como él unos segundos antes.

- Tic, tac, tic, tac...
- ¿Ahora qué eres, un reloj? Desde luego, no he visto tío más tonto que tú, pelirrojo de mierda...
- Tic, tac, tic, tac...

     Gutiérrez pensó que quizá fuera buen momento para dejar que Morales dijera algo. Darle un poco de cuerda. Después de todo había llamado él, así que algo tendría que decir. Tras un par de tic-tac más, por fin volvió a sonar a racional el mensaje que llegaba del otro lado del auricular.

- Se acaba el tiempo, comisario. Se acerca el momento de la siguiente víctima. ¿Quién será? ¿Será alguien cercano? ¿Será un desconocido? ¿Será alguien de tu equipito? ¿Serás tú?

     Cuando Morales dijo eso de "equipito" se cruzaron una mirada Streller, Mel y Hortensio. Ellos también estaban en la lista.

- ¿Quieres jugar, comisario?
- ¿Quieres que juegue, Morales?
- Yo lo que quiero es que sufras, que sufras un poquito más...

     Morales rio como un demente. Gutiérrez empezó una sarta de insultos e improperios de difícil reproducción. Cuando acabó de jurar en hebreo, Morales ya había colgado.