domingo, 7 de julio de 2019

63.- Adentrémonos en la espesura

     - Tiene que ser aquí...
     - Esperemos que así sea, porque en caso contrario yo no doy un duro por Gutiérrez...
     - Callaos ya... y dejad ya de ser tan cenizos, hombre...

     A Hortensio se lo llevaban los demonios. Si no podía mantener su propia calma, ¿cómo iba a mantener la calma de sus compañeros? Streller y Mel no sabrían qué hacer sin sus directrices.

     - Ya sé que el tiempo corre en nuestra contra, pero estemos atentos.

     Habían decidido que Gutiérrez hubiera empezado a buscar desde los lugares más cercanos. Desde donde hubiera un bar, mejor, para tomarse un aperitivo en el descanso. El bar más próximo a la comisaría, acompañado además por una cabina y una parada de autobús, estaba a cinco calles de donde ellos habían estado debatiendo durante horas.

     - Y ahora, ¿qué?

     Le preguntaron al camarero. En efecto, había visto a Gutiérrez, el día anterior y los anteriores al anterior. Lo raro es que llevara sin verlo más de un día.

     - Estuvo aquí.

     Miraron alrededor. Una plazuela con un pequeño parque a la izquierda, un edificio en obras enfrente, un inmueble abandonado a la derecha.

     - Dividámonos -sentenció Hortensio.
     - En las películas eso siempre acaba mal -gimió Mel.
     - Déjate de películas. Si encontráis a Gutiérrez, os cargáis a Morales y nos buscamos.
     - Claro. Como si fuera fácil...

     Cuando Streller quiso decir algo, sus compañeros ya estaban en camino. Cada uno a un lado. A él, obviamente, le quedaba el edificio en obras...