lunes, 8 de abril de 2024

108.- Desesperación en la cancha de baloncesto

    - Por favor, comisario, tiene que ayudarnos. Por favor...

    El gigante agarraba a Gutiérrez de los hombros y, en su desesperación, lo agitaba como una coctelera. Este, sorprendido y despistado, se preguntaba, en primer lugar, cuándo lo soltaría; en segundo, por qué hablaba en plural. "Igual es tan grande que se percibe como si fuera dos personas", pensó.

    - De acuerdo, de acuerdo. Para un poco y explícame qué coño te pasa.

    El tipo, por fin, se tranquilizó un poco y se sentó. Al estirar las piernas, tuvo que meterlas bajo la mesa del comisario, de tan largas que eran.

    - En primer lugar, ¿quién eres?
    - ¿No me conoce? Soy Constantino, el capitán del equipo de baloncesto.
    - Ah, pues no tengo el gusto.

    A Gutiérrez el baloncesto le importaba un pepino, y menos aún el equipo de la ciudad. De hecho, le ponían nervioso los famosos que piensan que, como son famosos, tienes que conocerlos.

    - Genial, Constantino. Ya vamos avanzando. ¿Qué es lo que te pasa?
    - Hemos perdido a nuestro pívot.
    - ¿Perdón?
    - Un jugador de nuestro equipo, Conde, ha desaparecido.
    - ¿Qué quieres decir, exactamente?

    Constantino resopló e intentó explicarse con calma.

    - Ayer no vino a entrenar. Ni hoy. Y mañana, como supongo que ya sabe, jugamos la final.

    Gutiérrez no tenía la menor idea sobre final alguna. Él estaba tranquilo, y en paz, hasta que Constantino llegó.

    - Puede haberse ido voluntariamente...
    - Eso es imposible. Además, anteayer, el último día que se le vio, se comportó de manera extraña...

    Gutiérrez encendió un cigarro.

    - ¿De manera extraña? Eso me lo tienes que contar bien. Por curiosidad, ¿cuánto mide Conde?
    - Es el pívot, comisario. El center. Mide 2,20.
    - ¿Dos metros y veinte centímetros?

    Constantino asintió. Gutiérrez pensó que, con ese tamaño, no podía ser difícil de encontrar...

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